martes, 2 de abril de 2013

LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN

Martes 2 de abril de 2013

Besar lo cotidiano
Jesus Resucitado, cuenta el evangelio de San Juan, hizo tantas maravillas que no pueden estas caber en muchos libros.
Siento en mi corazón que en esos días,  Jesus se la paso bendiciendo el mundo mientras estuvo con su cuerpo glorioso visitando lugares y realizando mas milagros, también bendijo la belleza de lo cotidiano dando a la misma belleza el carácter de la eternidad y la infinitud de todo lo que El toca y posee. Jesus bendijo la tierra, la beso largamente y le ordeno dar muchos frutos para sus hijos de ahora y siempre. Pienso que bendijo los arboles, las flores, los pajaritos, todos los animales salvajes, pues sabemos que los animales domésticos ya estaban benditos  desde su nacimiento en el establo de Belen. Siento que Jesus dio tantas bendiciones cuando resucito y estuvo un tiempo aquí, que la felicidad no debería faltarnos cada amanecer. Quizas no podemos ver a Dios en la simplicidad de cada día, cada minuto, cada persona, cada objeto. 
Hoy he tenido esta experiencia singular mientras untaba un pan con mantequilla para mis hijos: aquí esta Dios. Si!! En esta simple acción. Lo es así porque Jesus Resucitado desplegó tantas y tantas bendiciones de eternidad sobre este mundo cuando venció la muerte para siempre, aun se tomo un tiempo para consagrar todo lo creado y por crear al Padre. 
Gracias Jesus…que podamos descubrir los regalos que ya nos has dado, y despertar a la verdadera Vida… Amen.

Miercoles 3 de abril de 2013

Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Hechos 3,1-10
    "Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar"
    En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada "Hermosa", para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: "Míranos." Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar."
    Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.
  • Salmo Responsorial: 104
    "Que se alegren los que buscan al Señor."
    Dad gracias al Señor, invocad su nombre, / dad a conocer sus hazañas a los pueblos. / Cantadle al son de instrumentos, / hablad de sus maravillas. R.
    Gloriaos de su nombre santo, / que se alegren los que buscan al Señor. / Recurrid al Señor y a su poder, / buscad continuamente su rostro. R.
    ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; / hijos de Jacob, su elegido! / El Señor es nuestro Dios, / él gobierna toda la tierra. R.
    Se acuerda de su alianza eternamente, / de la palabra dada, por mil generaciones; / de la alianza sellada con Abrahán, / del juramento hecho a Isaac. R.
  • Evangelio: Lucas 24,13-35
    "Lo reconocieron al partir el pan"
    Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
    Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
    Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
    Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.



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